El Creador (Elizabeth Suberacseaux)


"Las noticias que se tienen acerca de cómo son los artistas para vivir con ellos, son más bien malas, qué quieren que les diga.
Muchas mujeres coinciden en que no hay nada más difícil que vivir con un escritor, un pintor, un escultor y para qué decir nada con un músico.

Este es el tipo de hombre que ha nacido para compartir su vida con alguien, como todos los demás, pero que a medio camino determina encerrarse con su arte, no compartir la vida con nadie y autoproclamarse creador, que es lo más parecido a Dios que alguien puede autoproclamarse.

Cuando el marido se autoproclama creador, lo que hay que hacer es irse a otra parte, porque eso quiere decir que está pidiendo la casa para él. Él merece que lo dejen tranquilo mientras pinta, esculpe o escribe y la mujer quedará convertida en la secretaria encargada de allanarle el camino, pagar las cuentas, sacarle a los chiquillos de encima, decir que no se encuentra en la casa cuando lo llaman por teléfono, todas esas cosas que hacen las mujeres de los artistas, para que ellos puedan crear en paz.

En casa donde el hombre es artista no cabe más que él, la mujer, los niños, el perro y la empleada tienen que estar al servicio de su inspiración.

Si es escritor se encierra en su escritorio y trabaja como si estuviera en medio del océano, no como la escritora, que debe teclear con los chiquillos colgando, con la empleada preguntando qué hago para la comida y con el marido llamándola por teléfono, para recordarle que tienen que ir a cenar donde los Castro.

Si es pintor, sus cuadros van a estar colgados por todo el living; esto no importa nada cuando a la mujer y a los hijos les gusta su pintura sedante, bella, misteriora; pero si para espantar sus propios fantasmas, el hombre pinta figuras pavorosas, unos rostros pesadillescos con cuajarones de sangre en los ojos y la guagua no puede dormir de susto, igual van a estar los cuadros colgando en el living, en el pasillo o arrimados en el altillo de la escalera.

Si es músico, olvídese de poder dormir una siesta nunca más en toda la vida o tener tranquilidad para leer un buen libro después de almuerzo, sobre todo olvídese de ver a su marido seguido. Los músicos son hombres que pasan la mitad de la vida encerrados con sus notas y si no tienen oficina, y casi nunca la tienen, se encierran en la casa.

Es curioso, pero la casa es un lugar extraordinariamente flexible para los hombres; si su trabajo está fuera de ella, la casa es el lugar donde van a llegar a descansar y la gorda tendrá que entenderlo así y tenérsela convertida en un lugar de descanso. Si su trabajo está dentro de la casa, ésta se convierte en su oficina y ahora la gorda tendrá que entenderlo de otra manera y no deberá andar por la casa como si ésta fuese un balneario sino en puntillas, porque él está trabajando.

Otra cosa: el artista siempre anda nervioso, es sensible, se neurotiza con facilidad, le cuesta vivir con su oscuro gemelo, es autorreferente, está enamorado de él mismo, el alma se le retuerce, duerme mal, le duele casi todo lo que no debiera doler, toma trago porque se desespera y si es escritor y le viene la seca hay que salir arrancando, pero si es escritor y no le viene nunca la seca, también hay que salir arrancando porque el hombre no la dejará en paz y pasará los días y las noches leyéndole en voz alta el manuscrito.

Por lo general los artistas son más complejos que los otros hombres, pero si además de complejos son machistas, la cuesta se pone muy empinada y la carreta de la vida pesa el doble".

Elizabeth Subercaseaux

Comentarios

Entradas populares