El cielo lo aprueba (Anthony de Mello)



Erase una vez un hombre muy austero que no ingería alimentos ni bebía hasta que el sol no se hubiera ocultado. Un buen día ocurrió algo que le pareció ser un signo de que el cielo aprobara sus austeridades: en lo alto de una montaña cercana, una estrella singularmente brillante se dejaba ver a plena luz el día, aunque nadie sabía quién la había puesto allí.

El hombre decidió subir a la montaña, y una niña de la aldea insistió en acompañarlo. El día era caluroso, y no tardaron ambos en sentir sed. Él animó a la niña a que bebiera, pero ella le dijo que no lo haría si no bebía también él. El pobre hombre se vio en un dilema: aborrecía la idea de romper su ayuno, pero también detestaba ver a la niña padeciendo de sed. Al fin, se decidió a beber, y la niña hizo lo mismo.

Durante un buen rato, no se atrevió a levantar la vista al cielo, porque temía que la estrella hubiera desaparecido. Imagínese su sorpresa cuando, al decidirse por fin a mirar hacia arriba, vio que habían dos estrellas resplandeciendo en lo alto de la montaña

Anthony de Mello

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