Las Palabras (Jean Paul Sartre)

"Yo escribía por escribir. No lo lamento. Si me hubiesen leído, habría tratado de gustar, me habría vuelto maravilloso. Como era clandestino, fui verdadero.

Finalmente, el idealismo del escribiente se fundaba en el realismo del niño. Ya lo he dicho más arriba; descubrí el mundo a través del lenguaje, pero durante mucho tiempo tomé al lenguaje por el mundo. Existir era poseer una denominación controlada en alguna parte de las Tablas infinitas del Verbo; escribir era grabar en ellas a seres nuevos o -fue mi más tenaz ilusión- tomar las cosas, vivas, en la trampa de las frases: si combinaba ingeniosamente las palabras, el objeto se enredaba en los signos, y yo lo tenía"




" Sostenía conciliábulos con el Espíritu Santo. "Escribirás", me decía. Y yo me retorcía las manos: "Señor, ¿qué tengo yo para que me hayas elegido?" "Nada de particular". "Entonces, ¿por qué yo?" "Sin ninguna razón". "¿Tengo al menos alguna facilidad de pluma?". "Ninguna. ¿Crees acaso que las grandes obras nacen de las plumas fáciles?""Señor, si soy tan nulo, ¿cómo podría hacer un libro?" "Aplicándote". "Entonces,  ¿cualquiera puede escribir?" "Cualquiera, pero te he elegido a ti". 

"Lo que me gusta de mi locura es que me ha protegido, desde el primer día, contra las seducciones de la élite; nunca he creído ser el feliz propietario de un "talento"; lo único que se trataba era de salvarme -nada en las manos, nada en los bolsillos- por el trabajo y la fe. Como consecuencia, mi pura opción no me elevaba por encima de nadie: sin equipo, sin herramientas, me he metido entero en la tarea para salvarme entero. Si coloco a la imposible Salvación en el almacén de los accesorios, ¿qué queda? Todo un hombre, hecho de todos los hombres y que vale lo que todos y lo que cualquiera de ellos".

Jean Paul Sartre

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