Una mujer debería hacerse madre sabiendo lo que hace

La maternidad es un gran arte; tienes que aprenderlo. ¡Así que empieza a aprenderlo! Me gustaría decirte algunas cosas:

Primero, nunca trates al niño como si fuera tuyo, nunca lo poseas. Viene a través de ti, pero no es tuyo. Dios te ha usado como vehículo, como instrumento, pero el niño no es una posesión tuya. Ámalo, pero nunca poseas al niño. Si la madre empieza a poseer al niño, entonces se destruye la vida. El niño empieza a ser un prisionero. Estás destruyendo su personalidad y lo estás reduciendo a una cosa. Sólo una cosa puede ser poseída: una casa puede ser poseída, un coche puede ser poseído, nunca una persona. Así que ésta es la primera lección, prepárate para ella. Antes de que llegue el niño deberías estar lista para recibirlo como un ser independiente, como una persona por derecho propio, no simplemente como tu hijo o tu hija.

Y lo segundo: trata al niño como tratarías a una persona adulta. Nunca trates al niño como a un niño. Trata al niño con profundo respeto. Dios te ha elegido como anfitriona. Dios ha entrado en tu ser como huésped. El niño es muy frágil, desvalido. Es muy difícil respetar al niño. Es muy fácil humillar al niño. La humillación resulta fácil porque el niño está desvalido y no puede hacer nada, no puede tomar represalias, no puede reaccionar.

Trata al niño como a un adulto, y con gran respeto. En cuanto respetas al niño, no tratas de imponerle tus ideas. No tratas de imponerle nada. Simplemente le das libertad, libertad para explorar el mundo. Le ayudas a hacerse más y más poderoso en la exploración del mundo, pero nunca le das instrucciones. Le das energía, le das protección, le das seguridad, todo lo que necesite, pero le ayudas a alejarse de ti para explorar el mundo. Y, por supuesto, la libertad incluye también el error. Es muy difícil para una madre aprender que cuando das libertad al niño no se trata sólo de libertad para el bien. Es también necesariamente la libertad para hacer mal, para cometer errores. Así que haz que el niño esté alerta, sea inteligente, pero nunca le des mandamientos, nadie los cumple, y la gente se vuelve hipócrita. Así que si realmente amas al niño, lo que hay que recordar es: nunca, nunca le ayudes de forma alguna, nunca le fuerces de forma alguna a volverse hipócrita.

Y lo tercero: no escuches a la moralidad, no escuches a la religión, no escuches a la cultura, escucha a la naturaleza. Todo lo que es natural es bueno, incluso si a veces te resulta muy difícil, muy incómodo. Porque no te han educado según la naturaleza. Tus padres no te educaron con verdadero arte, amor. Fue algo accidental. No repitas los mismos errores.  Deja que la naturaleza siga su curso. Tú estás ahí para facilitar...Tú no eres quién para dirigir a la naturaleza. Estás ahí para ayudar.

Así son estas tres cosas... y empieza a meditar. Antes de que nazca el niño deberías entrar todo lo profundamente que puedas en la meditación.


Cuando el niño está en tu vientre, cualquier cosa que haces va continuamente al niño como vibración. Si estás enfadada, tu estómago tiene la tensión de la ira. El niño lo siente inmediatamente.Cuando estás triste, tu estómago tiene la atmósfera de la tristeza. Inmediatamente el niño se siente apagado, deprimido. El niño depende totalmente de ti. Del humor que estés tú, de ese humor está el niño. Ahora mismo el niño no tiene independencia.

Tu atmósfera es su atmósfera. Así que no más peleas, no más enfados. Por eso digo que ser madre es una gran responsabilidad. Tendrás que sacrificar muchas cosas. Ahora, durante los siete meses que vienen tienes que estar muy, muy alerta. El niño es más importante que ninguna otra cosa. Si alguien te insulta, acéptalo, pero no te enfades.

Di: «Estoy embarazada, y el niño es más importante que enfadarme contigo. Este episodio pasará y a los pocos días no recordaré quién me ha insultado y lo que he hecho. Pero el niño va a estar al menos setenta, ochenta años en el mundo. Es un gran proyecto.» Si quieres, puedes tomar nota de ello en tu diario. Cuando nazca el niño, entonces te puedes enfadar, pero no ahora mismo. Simplemente di: «Soy una madre embarazada. No me puedo enfadar, no está permitido.» Esto es lo que yo llamo comprensión sensible.

No más tristeza, no más ira, no más odio, no más peleas con tu pareja. Ambos tenéis que cuidar del niño. Cuando hay un niño, vosotros dos sois secundarios; el niño tiene todas las preferencias. Porque va a nacer una nueva vida... y va a ser vuestro fruto. Si ya desde el principio entra en la mente del niño ira, odio, conflicto, entonces estáis causándole el infierno. Sufrirá. Entonces es mejor no traer al niño al mundo. ¿Para qué traer un niño al sufrimiento? El mundo está en un sufrimiento tremendo. En primer lugar, traer un niño a este mundo es algo muy arriesgado. Pero incluso si quieres hacerlo, al menos trae a un niño que será totalmente diferente en este mundo, que no será desgraciado, que al menos contribuirá a que el mundo tenga un poco más de celebración. Traerá un poco más de festividad al mundo... un poco más de risa, amor, vida.
Así que durante estos días, celebra. Baila, canta, escucha música, medita, ama. Sé muy suave. No hagas nada apresurado, con prisa. No hagas nada con tensión. Hazlo lentamente. Aminora el paso absolutamente. Va a llegar un gran huésped, tienes que recibirlo.


 
God Is Not For Sale, cap 6 en El libro de las mujeres

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